Jesús Inojosa
Julio 11, 2020
La relatora para las
ejecuciones extrajudiciales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Agnes
Callamard, advirtió sobre el peligro que para el derecho internacional
representa el desarrollo de drones artillados y su utilización por fuerzas
militares de los Estados.
En su reciente
informe, reveló el crecimiento que se ha registrado en la utilización de esta
herramienta para los conflictos de baja intensidad y para la ejecución de
operaciones de guerra contra el terrorismo.
Bajo la creencia de
brindar una mayor eficacia, efectividad y ganacia política -al no exponer la
vida de efectivos militares-, los gobiernos del mundo han mostrado un alto
interés en la adquisición de esta tecnología por lo a partir de 2020, al menos
102 países poseen un inventario activo de drones militares, y según la ONU,
alrededor de 40 poseen o están en proceso de adquisición de drones artillados.
«Se espera que más y
más países desarrollen o adquieran drones armados, y que, en los próximos diez
años, más del 40% de los drones estarán armados, y alrededor del 90% de estos
caerán en la categoría de Clase III», advirtió Callamard.
Destacó que desde
2015, fuerzas militares de Israel, Irak, Irán, Reino Unido, EEUU, Emiratos
Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Nigeria y Pakistán «presuntamente han
operado drones, incluso con fines de uso de la fuerza, como asesinatos
selectivos», siendo el episodio más reciente el ataque realizado por el
gobierno estadounidense contra el general Qasem Soleimani.
Lagunas legales
Callamard, alertó que
en la actualidad no existe legislación internacional que establezca límites en
el uso de estas nuevas armas, que en su clase III pueden permanecer en el aire
durante más de 20 horas, volar más de 1,000 kms a velocidades superiores a 300
kms/h, mientras que los drones más pequeños pueden cubrir una distancia de más
de 100 km, a una velocidad de 150 kms/h, llevando una ojiva de 30 kg con
capacidad de explosión de fragmentaria.
«Hasta ahora, los
tribunales se niegan a supervisar los asesinatos selectivos de drones
extraterritorialmente, argumentando que tales asuntos son políticos o se
relacionan con las relaciones internacionales entre estados y, por lo tanto, no
son justiciables», recalca el informe.
Asimismo, en naciones
como EEUU su utilización para ataques contra «objetivos enemigos» no requieren
de la aprobación por parte del congreso.
«En general, el uso
letal de drones en un país no está sujeto a la aprobación previa de su
parlamento, aunque, según una doctrina de primer ataque, su uso puede
desencadenar un conflicto armado internacional», sostiene el documento.
¿Guerra al
terrorismo?
Desde el ataque a las
Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, EEUU planteó un nuevo escenario
para los conflictos bélicos, fundamentado en la doctrina de guerra al
terrorismo; el cual promueve los llamados «ataques preventivos» contra
objetivos en cualquier parte del mundo. Bajo esta premisa, se libraron las
invasiones militares contra Afganistán e Irak.
Este esquema de
conflicto bélico que implicaba la movilización de tropas, aviones tripulados,
buques y portaviones por parte de la nación norteamericana, ha sufrido un
cambio trascendental con la llegada de los drones, tal como lo han demostrado
los constantes ataques que ejecuta EEUU contra «terroristas» en el mundo, bajo
el argumento de la legítima defensa.
Al respecto,
Callamard señaló que la acción ejecutada por EEUU contra el general Soleimani,
representa un violación al derecho humanitario internacional y así como una
flagrante vulneración de la soberanía de Irak, territorio donde se ejecutó este
asesinato, sin el aval del gobierno iraquí.
«La comunidad
internacional ahora debe enfrentar la perspectiva muy real de que los Estados
pueden optar por eliminar ‘estratégicamente’ a los oficiales militares de alto
rango fuera del contexto de una guerra ‘conocida’, y tratar de justificar el
asesinato basándose en la clasificación del objetivo como ‘terrorista'»,
advirtió.
En manos de
terroristas
Pero no solo los
Estados privilegian el uso de esta tecnología, los grupos terroristas en el
mundo, son otros que han optado por la adquisición de drones de pequeña escala,
para realizar ataques selectivos contra instalaciones y gobernantes.
«Al menos 20 actores
armados no estatales han obtenido sistemas de drones armados y desarmados,
incluidos el Ejército Nacional de Libia, Harakat Tahrir al-Sham, Jihad Islámica
Palestina, desertores militares venezolanos, Partiya Karkerên Kurdistanê, Grupo
Maute, Cártel de Jalisco Nueva Generación, el Houthis e ISIS», afirmó la
relatora.
Entre los muchos
ataques realizados por estos grupos armados, se encuentra el magnicidio en
grado de frustración que el 4 de agosto de 2018 fue ejecutado contra el
presidente venezolano, Nicolás Maduro, por parte de un grupo terrorista
entrenado en Colombia, y para el cual utilizaron drones de uso comercial a los
cuales les colocaron cargas explosivas. Este acto no fue objeto de condena por
EEUU y Europa.
Mayor control
La relatora insiste
en la necesidad de establecer mecanismos de control sobre este armamento por
parte de los organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU.
«Los Estados que
invocan el Artículo 51 (derecho a la legítima defensa de los Estados) para
justificar los asesinatos selectivos con drones u otras herramientas deben a la
comunidad internacional una justificación completa, no un informe superficial.
Dichos informes deben incluir evidencia de la inminencia de una amenaza externa
y la proporcionalidad de las medidas a tomar en respuesta», propuso.
En torno a los
Estados, reitera el llamado a establecer legislaciones dirigidas a garantizar
la responsabilidad en el uso de estos equipos, así como la implantación de
controles más estrictos sobre la transferencia de tecnología de drones
militares y de doble uso.
Al igual, pide a los
grupos armados no estatales «cumplir con los derechos humanos internacionales y
el derecho humanitario», y exigió a la comunidad internacional «investigar
todas las denuncias de violaciones y producir informes periódicos que rastreen
los ataques con drones y las bajas».
«El uso de drones en
la guerra se ha normalizado como el compañero legítimo y necesario para la
‘paz’, no como su opuesto, debemos hacer todo lo posible para resistir»,
concluyó Callamard.